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domingo, 8 de diciembre de 2013

Meditación 01: El Peligro de la "Enfermedad del Samadhi".

El Riesgo de No Meditar para Morir.

(De la Conferencia del VM. Samael Aun Weor titulada: El Sabor Vida y El Sabor Trabajo)


Cuando uno se está observando a sí mismo, ve cuan útiles son las experiencias. Si nos retiráramos a una caverna solitaria sin habernos auto-descubierto, sin habernos conocido a sí mismos, sin haber disuelto el "Ego", el resultado sería el más absoluto fracaso.

En los Himalayas, muchos anacoretas vivieron en cavernas y hasta desarrollaron algunos shiddis, es decir, poderes; esos ermitaños, a base de rigurosas disciplinas esotéricas, consiguieron el Samadhí y gozaron entonces con el mismo penetrando en el Alaya del Universo, y hasta perdiéndose por instantes en el supremo Parabrahatman. 

Lo que sucedió realmente fue, que entrenados en las más diversas disciplinas de la mente, tales cenobitas lograban desembotellar la Esencia, la conciencia, y ésta, en ausencia del "Ego", vino a experimentar eso que no es del tiempo, eso que está más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente. 

Embriagados, pues, con el "soma" del Samadhí, se creyeron Mahatmas, nunca trabajaron sobre el "Ego", jamás se preocuparon por desintegrar los diversos agregados psíquicos, sólo se especializaron en la Yoga de la Meditación. 

Ya desencarnaron, y como quiera que indubitablemente se habían hecho atletas de la ciencia del Dhyana o meditación, la Esencia, momentáneamente, pudo hasta penetrar en los planetas del Cristo, flotar en el ambiente de tales planetas que son de naturaleza espiritual, desafortunadamente sin poder ingresar a las corporaciones de dichos mundos. 

Pasado el éxtasis, la Esencia volvió otra vez al "Ego", al interior del "mí mismo"; posteriormente retornaron, regresaron, se reincorporaron, y ahora son en el mundo occidental personas vulgares, comunes y corrientes, en tanto en el Oriente, en el Tíbet, se les sigue aún venerando como a "santos".



Glosario:
Anacoreta: Persona que vive sola en lugar apartado, dedicada por entero a la contemplación, la oración y la penitencia.
Cenobita: Persona que profesa la vida monástica.

Samadhi: Se denomina samādhi a un estado de conciencia de ‘meditación’, ‘contemplación’ o ‘recogimiento’ en la que el meditante siente que alcanza la unidad con lo divino.


Alaya: El Alma universal o Anima Mundi. Este nombre pertenece al sistema tibetano de la Escuela contemplativa Mahâyana. Idéntico al Akaza en su sentido místico, y al Mulaprakriti, en su esencia, como base y raíz que es de todas las cosas. [Alaya es el "Alma-Maestro", el Alma universal o Âtman, de la que cada hombre tiene dentro de sí mismo un rayo, con la cual puede identificarse y en la cual puede sumirse. 

Parabrahm [o Parabrahman] (Sánscrito).- Literalmente: "superior a Brahmâ". El supremo e infinito Brahma, lo "Absoluto", la Realidad sin atributos y sin segundo. El principio universal, impersonal e innominado. [El supremo Principio eterno, omnipresente, infinito, inmutable e inefable; el Único Todo Absoluto, la Única Absoluta Realidad, Aquello, lo supremo y eternamente Inmanifestado, que antecede a todo lo manifestado; Causa sin causa del universo, Raíz sin raíz de "todo lo que fue, es y será".


Soma (Sánscrito).- Bebida sagrada confeccionada con el zumo de la planta de dicho nombre, usada en los templos para producir un estado de éxtasis.

Mahâtmâ [o Mahâtman] (Sánscrito).- Literalmente: "grande Alma o Espíritu". Un Adepto del orden más elevado. Los Mahâtmas son seres eminentes que, habiendo logrado el dominio de sus principios inferiores, viven así libres de los impedimentos del "hombre de carne" y se hallan en posesión de un conocimiento y poder proporcionados al nivel que han alcanzado en su evolución espiritual. En pâli se les llama Rahats o Arhats.


Dhyâna (Sánscrito).- En el Budismo, es uno de los seis Paramîtas (perfecciones o virtudes trascendentales) de perfección, un estado de abstracción que conduce al asceta que lo practica mucho más arriba de este plano de percepción sensitiva y más allá del mundo de materia. Literalmente, “contemplación”. Los seis estados de Dhyân difieren sólo en los grados de abstracción de la vida sensitiva en que se halla el Ego personal. El râja-yoguî permanece todavía espiritualmente consciente del Yo y de la operación de sus principios superiores. Un paso más, y se encontrará en el plano más allá del séptimo, o cuarto, segun ciertas escuelas. Estas últimas, después de la práctica del Pratyâhara (proceso de educación preliminar que tiene por objeto dominar la mente y los propios pensamientos), cuentan el Dharâna, el Dhyâna y el Samâdhi, comprendiendo a los tres bajo el nombre genérico de Samyama. Dhyâna es la puerta de oro que, una vez abierta, conduce al Narjol (Santo o Adepto) al reino del eterno Sat y su contemplación incesante. –“Dhyâna (meditación o contemplación) es la contínua y prolongada corriente de pensamiento dirigida a un objeto determinado hasta llegar a absorberse o unificarse con él”.